5 de julio de 2009

• Los golpistas aislados

La oligarquía que se ampara en “Cristo Rey”, cree que al expulsar a Manuel Zelaya de su patria Honduras, va a acabar con el comunismo, ese fantasma que no la ha dejado dormir desde el siglo pasado y que no obstante ser sólo eso: un fantasma, la motiva a cometer las peores atrocidades.
Todavía no admite que ha sido rechazada por el pueblo que eligió a Manuel Zelaya, y que la comunidad internacional la repudia; cree que con sus tanques y bayonetas de teatro podrá contener la indignación generalizada; en el colmo de su fanatismo, típico de todas las derechas castrenses, supone que con su pequeña fuerza pueda acabar con la gran razón que se le opone; está jodida y condenada a la caída más estrepitosa.
Es deseable que de esta lección aprendan otras derechas, particularmente la que nos desgobierna en manos del PRI y del PAN; de ese PRI conducido por el sinarquista Mario Marín, y de ese PAN orientado por el marista Felipe Calderón; ambos cómplices del saqueo que este fin de semana se hará de las arcas públicas para comprar el voto que les permita ganar la legitimidad de la que carecen de origen.
Votar por el PRI o por el PAN en las actuales condiciones significa ignorar los daños que ambos han causado al pueblo de México, y ahora, desgraciadamente, en muchos distritos el PRD les funciona como comparsa, e incluso el PT y Convergencia, el PANAL y el Verde, e incluso quienes a todos tachen, también abonan en el mismo sentido. La partidocracia mexicana se ha podrido a tal extremo que no ha dejado otra salida que darle la espalda, habrá que buscar con lupa y escoger con pinzas a quienes se salven de la generalización porque la paradoja de la vida es que no todos los priístas, ni todos los panistas, ni todos los perredistas, ni todos los de los demás partidos están cortados por la misma tijera; hay entre muchos, gente honesta que sabe cumplir su palabra y se respeta si misma. Cada quien tendrá que reflexionarlo en el ámbito secreto de la casilla si es que a ella acude por alguna convicción cualquiera que esta sea; porque mucho peor es el uso de la fuerza que como en Honduras se ha enseñoreado y pretende acabar con la voluntad popular.
Hoy de todo el mundo surgen las voces de que hay que reinstalar a Manuel Zelaya, yo uno mi humilde expresión a todas ellas.